Todo comenzó a finales de los años 70, cuando Sony y Philips trabajaban juntos en un nuevo formato óptico que superara al vinilo y a la cinta. En 1982 lanzaron el primer CD de audio al mercado: un disco plateado capaz de almacenar 74 minutos de música en calidad digital. Fue un salto gigantesco: sin ruidos, sin desgaste, y con un brillo futurista que parecía salido de una película de ciencia ficción.
Pero la historia no se detuvo ahí. En 1985, se presentó el primer CD-ROM (Compact Disc Read-Only Memory). Básicamente era el mismo disco físico del CD musical, pero diseñado para guardar datos de computadora: programas, juegos, enciclopedias digitales y hasta imágenes. De pronto, un disco podía almacenar 650 a 700 MB, algo que en esa época parecía infinito. Para que te hagas una idea: en un CD-ROM cabía lo que antes llenaba cientos de disquetes.
La industria creció como la espuma en los años 90. Surgieron miles de títulos: desde juegos como Myst, enciclopedias interactivas como Encarta, hasta software educativo y de oficina. Tener una computadora con unidad de CD-ROM era sinónimo de estar en la vanguardia tecnológica. Incluso aparecieron los CD grabables (CD-R) y los regrabables (CD-RW), que permitieron a la gente crear sus propios discos: música personalizada, backups de datos y hasta compilaciones caseras.
El pico de esta industria estuvo entre 1995 y 2005. Durante esa década, el CD era rey absoluto: se fabricaban millones cada año, y había plantas dedicadas exclusivamente a prensar discos para todo el mundo. Las tiendas de música y software estaban llenas de cajas con CDs relucientes, cada una prometiendo horas de descubrimiento.
Pero la llegada de la banda ancha y los archivos digitales empezó a cambiar el panorama. La música se descargaba en mp3, los programas se compartían en línea, y los juegos se distribuían en plataformas digitales. Poco a poco, el CD dejó de ser necesario. A finales de los 2000, la producción comenzó a caer en picada.
Las últimas grandes plantas de fabricación de CD-ROM y CD musicales fueron cerrando en la década de 2010. Gigantes como Sony anunciaron que dejarían de producir reproductores de CD en 2017. Hoy, en la actualidad (2020s), el CD-ROM sobrevive en nichos muy específicos: software para empresas antiguas, algunos autos que aún tienen lector, y coleccionistas que valoran la nostalgia. La mayoría de los computadores modernos ya ni siquiera trae una bandeja para leerlos.
En resumen:
1982 → Nace el CD de música.
1985 → Aparece el primer CD-ROM (para datos).
1990s-2005 → Auge total de la industria, millones de discos fabricados.
2005-2015 → Declive, reemplazo por descargas y USB.
2015 en adelante → Producción casi simbólica; el CD queda como objeto nostálgico.
Hoy, aunque la industria de fabricación casi desapareció, el legado del CD-ROM sigue vivo: fue el primer gran puente entre lo físico y lo digital, una revolución que nos enseñó a guardar el mundo en un objeto brillante de 12 cm.